—Hola, bien.
—Yo también bien, bonita. ¿Estás tomando algo? ¿Quieres algo? Yo te invito.
—No, gracias. Ya me iba...
—Insisto.
—No, de verdad. Es que estoy mala y no puedo beber.
—Bueno, pues un refresco sin alcohol.
—Que va, no me apetece. Quiero llegar a la camita y dormirme.
—Si quieres te acompaño, que te noto débil. Así me quedo más tranquilo.
—Gracias, pero sabré llegar sola.
—Insisto, guapa.
—Mira, gilipollas. ¡Déjame en paz!
NOTA: conversación extraída del libro "Confroncios y pasas largas" de Ismael Ollero.
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