viernes, 16 de marzo de 2012

ISMAEL OLLERO - REVOLUCIÓN??

Por muy mal que me parezca el cierre de bares, tengo entendido que se prevé una auténtica revolución este fin de semana, con fuego y escenas de acción. Se ve que a la gente le sienta fatal no poder tomarse su dosis de garrafón a precios desorbitados. Si queréis veneno del bueno, podéis ir a cenar al McDonals como buenos antisistemas, que siempre tienen hamburguesas por un euro. Así, al menos, no os coméis las porras que, por cierto, con chocolate están buenísimas. 

miércoles, 14 de marzo de 2012

ISMAEL OLLERO - CACEREÑOS CONTRA EL RUIDO


¡Cacereños Contra el Ruido, guardar un poquito de silencio y dejar los bares abiertos! 
Estáis haciendo de las ciudades auténticos desiertos.

miércoles, 7 de marzo de 2012

ISMAEL OLLERO - CIERRE AUTOMÁTICO


Cruzo una calle a plena luz del día desde un punto cualquiera de la misma. Enfrente hay coches estacionados en batería y, en el preciso instante de mi paso entre dos, oigo el sonido del cierre automático de uno de ellos. Miro sorprendido hacia el vehículo en cuestión y, en su interior, compruebo que hay una señora con cierta expresión de pánico.
Os prometo que esta vez iba desarmado, sin mochila, sin pasamontañas y sin quemar banderas de España.

martes, 6 de marzo de 2012

ISMAEL OLLERO - LAS SS

 Voy con mi volante médico, conduciendo en busca de la ansiada vuelta rápida. Hago mi parada en box para ponerme a punto, y ahí me quedo, eternamente estacionado. No sé si es un Drive through o si me he montado en un jodido Hispania, pero me hacen girar de la forma más lenta.
Siempre hay atascos en las idas y venidas de la Seguridad Social. Dos meses en lista de espera. ¡Menos mal que sólo es el fisio! Si fuese el psiquiatra tendría tiempo de suicidarme.

viernes, 2 de marzo de 2012

ISMAEL OLLERO - REBELDÍA

 
 Tal y como está el patio, ganas de reír quedan pocas. Pienso más en cartas de extorsión, guillotinas, hijos de puta acojonados mirando debajo de sus coches... Justicia, vamos. Pero justicia popular. Una masa popular clamando a gritos justicia alrededor del condenado en cuestión que,  maniatado, ve cómo el sudor de su frente es de las últimas acciones que verá junto a sus últimos suspiros. Todo ello en un escenario especial, una plaza medieval, con antorchas y puños alzados. El poderoso, preso del pánico, se agarra a rezos que inútilmente servirán.  
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